miércoles, 27 de enero de 2010

Mi casa

Los ojos amorosos de mis abuelos, padres y hermanos,
dejaron su luz y pintaron su asombro,
su momento
en los techos viejos de mi casa.


Casa pueblerina de amarillentos ladrillos
el barrenador del salitre carcomió tus pilares,
enemigo cruel,
eterno, de los más suaves recuerdos.


Aquí se puede oler el humo del infatigable brasero
donde se consumen los sabores del pasado
en la ofrenda de una despostillada taza de café.


La lluvia y el frío empiezan a hablarnos duramente
con la molesta incomodidad de los pies acalambrados,
la nariz helada se va entibiando
al oler las tortillas de trigo
saliendo del comal
acariciadas antes por las morenas manos
de mi madre.


Las máquinas agrícolas,
los tractores en su trayecto cotidiano
saludan con sus potentes motores a los visitantes
de esta casa pueblerina.


Los naranjos siguen ofreciendo su agua dulce
al paladar más exigente.


En mi casa pueblerina
hay sembradíos de frijol, cebolla y calabaza
y los guayabos y limoneros han sido testigos de amorosos soliloquios
de los que aquí vivimos.


Los ratones corren su algazara por los tejados
aquí se detienen para hacerle compañía a los
demás roedores de mi casa.


Casa querida
la humedad de la desolación al verte casi en ruinas
se me unta dolorosamente en las rodillas.


Cascabelean en tus escondites mis travesuras.
Cada parte de ti es una página mía.
casa querida. Mi casa.

1985

1 comentario:

  1. gloaria k hermosos escribes, me haces recordar a mis dias felices, cuando ivamos a la pisca del frijol con mis papás y hermanos, y oler la tierra, el olor a vida en las milpas, el aroma de las tortillas recien hechas, y sobretodo, a mi casa, mi dulce hogar, donde pasé tantos días felices, gracias x escribir

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